19-X-08

EL
ESTIGMATIZADO.
Él, que siempre se había jactado de
ser “el más diablo de los diablos”, aquel que con solo pasar por las calles
ponía a temblar a cuanto se le acercara, sobre todo si esa pobre persona era
uno de esos ”persignados” como el les decía. Aveces se paraba a propósito fuera
de las iglesias tan solo para morirse de risa de los fieles que asistían a la
misa, piropear a la mujer que se le antojara, fuera soltera o casada, y golpear a los infortunados hombres que se
atrevieran a defenderlas. Él, que siempre se burlaba de las desavenencias de
los demás y, alguna vez, hasta llegó a escupir a los limosneritos que con un
sombrero en la mano, le pedían “algo” para comer. Él, que a más de tres mujeres
dejó embarazadas, y cuando le exigieron reconocer a sus hijos, en las tres
ocasiones sacó un estúpido billete de $100 pesos y se los aventó al piso.¡Como
era posible que así, sin más ni más! Él, se despertó en, como él lo consideró
en ese momento “un mal día.” Sintiendo unas fuertes punzadas en las palmas de
las manos y en los empeines de los pies ¿Cómo era posible que él, que era tan
mala persona y que además nunca estuvo dispuesto a cambiar y mucho menos a
creer, le ocurriera esto? Al principio fue tanto el miedo que sintió, que
simplemente se negó a creerlo, deseando sinceramente que “aquello” fuera tan
solo una pesadilla si, una verdadera y estúpida pesadilla. Se volvió a dormir
para, “poder despertar” pero el terrible dolor físico que lo acompañaba lo
regresó a la más cruda, espantosa, extraña e inverosímil realidad. ¿Porqué a
mí, porque a mi? Gritaba como un verdadero desesperado, sintiendo ahora aparte
de los dolores ya descritos, unas fuertes punzadas en las sienes y en la
frente, como si alguien le estuviera clavando unas espinas sin ningún tipo de
misericordia. Realmente se horrorizó cuando al tocarse el rostro, se miró las
manos con unos agujeros negros y destilando sangre. Sus sabanas blancas,
parecían papel que envolvía rosas rojas, y sus ojos comenzaron a arder cuando
le cayeron las primeras gotas de sangre que emanaban de su frente. De pronto,
sintió en su corazón si, en aquel duro corazón, unas inmensas ganas de llorar.
Se sintió avergonzado cuando comenzaron a escurrir las primeras lágrimas de
aquellos ojos llenos de arrugas y cicatrices. Comenzó a recordar aquellas
últimas palabras dichas por su madre moribunda ya hace bastante tiempo “hijo,
yo te perdono porque soy tu madre , pero quiero que me prometas que cambiarás
por tu bien y por el de la humanidad” Realmente aquella infortunada mujer fue
lo único bueno que tuvo aquel hombre durante toda su vida, sin embargo, pese a
la promesa hecha en ese momento, él jamás hizo el menor intento por cambiar,
pensando que todos los seres humanos tenían la obligación de hacerle las cosas
y estar siempre a su disposición, esto, debido a la educación machista que tuvo
desde pequeño herencia de su desaparecido padre, a quien le mataron en una riña callejera y con dos
litros de alcohol en la sangre, cuando él solo contaba con escasos 12 años.
Desde entonces quedó como hijo único y a cargo de su madre, su abuela y sus
tíos y tías que lo consentían en exceso por considerarlo un ¡pobrecito niño! y
quienes, mas tarde, por considerarlo un parásito y un peligro para la familia,
terminarían por echarlo de la casa después de que murieron primero su abuela y
después su madre, de esta manera creerían limpiar su conciencia y la parte de culpa que ellos
mismos tenían por haber hecho así a quien hasta sus ahora 33 años lo seguían
llamando como ¡Pablito!
El dolor en el costado derecho lo
regresó a su infortunada realidad. Pensó en maldecir a todos, en maldecir al
mundo entero, en quitarse la existencia, sin embargo, se comenzó a ahogar en su
propio llanto tragando saliva y sangre que emanaba por todo su ser. Los
sollozos que emitía parecían los de un niño que había perdido algo muy, pero
muy querido.
Los vecinos y vecinas comenzaron a
rodearle y a tratar de auxiliarlo pero “alguien” les dijo que no se le
acercaran, que aquel hombre por vez primera en su vida tenía un contacto real
con Jesucristo nuestro señor. La gente que se había conglomerado a su alrededor
palidecieron y cayeron de rodillas al observar que las botellas de licor que
estaban a un lado de el, comenzaban a tornarse exageradamente rojizas. El
desagradable olor a cigarro y a licor que regularmente despedía el cuarto de
aquel hombre, comenzó a desaparecer dando paso a un suave olor a perfume de
flores e incienso.
La persona que había dicho que aquel
hombre tenía ahora un contacto real con Dios era el padre Mateo, quien ya había
tenido noticias de aquel hombre que entraba y salía de la cárcel como si fuera
su casa, y a quien una vez sin conocerlo, lo encontró frente a frente camino
hacia el mercado del pueblo y lo empujó para quitarlo de su camino, retándolo y
vociferándole quien sabe cuantas blasfemias, a lo que el padre Mateo solo
acertó a decir, que aunque no lo aceptara “Dios lo amaba” y que algún día se lo
iba a demostrar. Ahora es el momento, pensaba para si el Reverendo Padre.
El cuarto comenzó a iluminarse, las
personas y el sacerdote continuaban arrodilladas, un fuerte grito salió de la
boca de aquel hombre y un absoluto silencio como jamás se hubo sentido en la
tierra invadió el lugar:
“Venid a mi los que sufren que yo os
consolaré. Vendrán tiempos difíciles, pero quien tiene fe en mi flotará sobre
ese mar turbulento como en una balsa fuerte y segura que lo llevará a tierra
firme. Preparaos para el comienzo de mi reino, en donde los ciegos podrán ver y
los enfermos serán sanados con la sangre del perdón. Id y comunicar a todo el
mundo, que lo material está por desaparecer, y que el hombre considerado mas
rico sobre la tierra, no será nadie que no crea en mi, en mi palabra y en mi
reino”.
Una inmensa paz invadió el corazón de
los allí presentes. Dios nuestro señor había hablado por la boca de el “peor
hombre “que esa población hubiera conocido. No cabe duda que los caminos de
Dios son misteriosos, se decía para si el padre Mateo, quien a partir de ese
momento, no se separaría más de Pablo.
“El estigmatizado” como era ya
conocido aquel hombre, comenzó a llevar la palabra de Dios a todos los
rincones, primero de su población y luego, de su país. Soportó humillaciones y
pedradas de todos aquellos que lo conocieron, y a quienes en su anterior forma
de vida hizo tanto daño. Las mujeres a quienes maltrató y engañó, primero se
acercaron a el para abofetearlo, y después, irremediablemente terminaron
llorando arrodilladas a sus pies, al sentir que “ese” definitivamente ya no era
el hombre que ellas habían conocido. Sus ojos, aquellos ojos soberbios y llenos
de odio, ya no eran sus ojos, ahora, una mirada de compasión y de perdón hacía
que hasta los más encolerizados hombres se arrodillaran ante el, contemplando
sus estigmas y percibiendo la presencia de Dios a su lado.
Aquel hombre que anteriormente había hecho
fama de delincuente, ahora sin quererlo aumentaba su fama de “santo”. Tras de
el iban cual discípulos, todos aquellos que lo conocieron, y lo buscaron para
reírse de el, pero después algo muy poderoso hizo que ya no lo pudieran dejar
más.
Hasta las radiofusoras y las
televisoras nacionales llegó la noticia”El estigmatizado está en la ciudad de
México, se dice que irá a la capilla de la villa para dar gracias a Dios”. La
última vez que en la villa se había conglomerado tanta gente, fue en 1979
cuando el Santo Padre El Papa Juan Pablo Segundo, había venido por primera vez
a México. Después en este nuevo siglo, solo en los días 12 de diciembre de cada
año se podía ver a tantos fieles reunidos. El clero se enfrentaría una nueva prueba que sería definitiva.
El mundo de la política también comenzó
a cimbrarse cuando se enteraron de la multitud de personas que seguían a aquel
hombre. Empezó una cacería de brujas ante el temor de que este hombre formara
un nuevo partido basándose en la palabra de Dios, y de que incitara a una
“nueva revolución” con sus ideas de libertad y de perdón. Jamás imaginarían
estos hombres que efectivamente Pablo daría paso a una nueva “revolución
espiritual”.
A diario le llegaban cartas con
amenazas de muerte, y otras con colocarlo tras las rejas si persistía con
esa”extraña conducta”. El pobre hombre no comprendía como era que antes lo
encarcelaron por “ser un mal hombre” y ahora lo querían encarcelar por
considerarlo “un santo”.Sin embargo, la idea de poder penetrar de nuevo en las cárceles
pero ahora llevando la palabra de Dios, lo seducía cada vez con más fuerza.
Tuvo su oportunidad cuando fue llamado por las “altas autoridades de la Iglesia
Católica”, quienes acusándolo de ser un farsante y de que los estigmas se los
había infringido el mismo, lo pusieron en bandeja de plata cual “los nuevos
Judas Iscariotes” ante las autoridades policíacas, quienes al descubrir su
forma de vida anterior lo esposaron para procesarlo por “incitar a la
rebelión”. La iglesia estaba dividida entre acusadores y defensores del “nuevo
San Pablo” como lo había llamado el padre Tomás defensor de él y quien, por lo
mismo, se había ganado la excomulgación de la iglesia católica. Realmente esto
había sido un desquite de el clero desde el día en que sin ser esa su intención
“Pablo el estigmatizado” llenó la Basílica de Guadalupe sin autorización de las
“altas autoridades eclesiásticas” y al no querer “cooperar” con los “personajes
de moda” para sus fines políticos, le tendieron una trampa. El padre Mateo
intentó por medio de cartas al nuevo Papa en funciones, apoyo para Pablo, pero
nunca recibió respuesta, tal vez porque estas cartas nunca llegaron a su
destino.
Al considerar a Pablo un “delincuente
peligroso” lo pusieron tras las rejas en una prisión de “alta seguridad”
finalmente hasta en eso “las alturas” estarían de su lado. Su misión apenas
comenzaría.
¡Vengan todos, vengan todos, el
estigmatizado ha entrado a la cárcel! Los presos de aquella prisión se pegaron
a los barrotes de sus celdas para poder burlarse a gusto de aquel hombre,
algunos ya tenían preparados los objetos que le arrojarían al “farsante”
para cuando lo vieran pasar. Los
ruidos de unas cadenas se escucharon cerca de las celdas y los presos
preparaban sus proyectiles para el momento esperado. Pero, así como cada uno
levantó su mano para arrojar los objetos, así uno a uno las fueron bajando,
para dar paso al arrepentimiento que les provocaba el dolor de ver a aquel
hombre arrastrando sus pies descalzos, cabizbajo y dejando una estela de sangre
por donde caminaba. Alguien le arrojó unas sandalias, pero los oficiales les
dijeron que tenían órdenes de “arriba” para que no se las pusieran, el hombre
esbozó una pequeña sonrisa de ironía cuando recordó a Jesús decirle a Pilatos
que “su reino no era de este mundo” y pensó en voz alta”mis ordenes vienen de
más alto” recibiendo inmediatamente jaloneos de los guardias, que ese día más
que nunca odiaron su trabajo. Así una a una, las celdas de aquellos presos
fueron recorridas por aquel hombre que era semiarrastrado por los oficiales.
Ese día pasaría a la historia de aquel penal como “El día del víacrucis del
estigmatizado” pues curiosamente esta situación se dio en tiempo de Semana
santa.
Afuera del penal la aglomeración de
los seguidores del estigmatizado, cada vez se hacía más sofocante para el
encargado de la misma. Se ordenó que lanzaran disparos al aire, que aventaran
granadas de gas pimienta; chorros de agua de los carros de bomberos; se
hicieron múltiples llamados por los altavoces para que se retiraran pero, ni
aun así
” los fieles” abandonaron el lugar.
Pese a todo lo que se
esperaba, los presos quisieron acercarse al hombre para darle de comer y
auxiliarlo. Los oficiales tuvieron que retirar a más de tres a la fuerza sin
que estos quisieran separarse de él abrazados a sus rodillas, arrepentidos y
pidiéndole perdón a Dios nuestro señor. Para Tranquilidad de todos los reunidos
en prisión, aquel hombre volvió a hablar para decir lo siguiente:
“Alégrense hermanos míos. Yo como ustedes fui
un pecador. Yo tampoco creía en la palabra de Dios mi señor y en su justicia
divina. Pero él me ha escogido a mí que soy como todos ustedes, para
anunciarles que este mundo material está por terminar; que estas paredes y
barrotes que los encierran, caerán para dar paso a la nueva vida; porque todos
los que como yo han pecado, todavía tienen esperanzas desde el momento en que
se arrepientan y consagren su vida al servicio de los demás y en honor a Dios.
Hermanos, no somos presos de estas paredes, sino de nuestra propia cabeza que
no nos permite ser libres, por las cadenas que nosotros mismos nos forjamos. El
fin está próximo y solo el que tiene fe y sea capaz de renunciar a si mismo por
servir a los demás estará más cerca de nuestro padre Dios. Los hombres y las
mujeres pelearan por lo que ellos creen que les pertenece, se harán enemigos
por lo que ellos llaman”bienes materiales” los hijos aniquilaran a los padres
por herencias, y los padres en su avaricia querrán llevarse a la tumba sus
pertenencias para no heredar a nadie. Solo estará libre y salvo, aquel y
aquella que no atesoren objetos, y que sean capaces de desapegarse de los
bienes terrenales o de compartirlos con los demás; aquel que sufra con el dolor
ajeno y, finalmente, aquel que se arrepienta de haber amado a las cosas más que
a sus semejantes. Hermanos, ustedes y yo estaremos mas cerca de Dios por no
poseer riquezas terrenas; por ser pobres entre los pobres; por sufrir de
soledad y malos tratos; por cumplir una condena para ser libres, como cuando el
alma sufre la condena de estar presa en el cuerpo antes de llegar a Dios. No
decaigan, que la llegada de la luz está próxima, y desterrará de una vez por
todas y para siempre, a la oscuridad que ha invadido nuestras mentes y nuestros
corazones.”
El circuito cerrado de televisión
instalado en el penal, había grabado paso por paso la llegada y las palabras
del “nuevo San Pablo”. El video comenzó a difundirse por doquier. La
muchedumbre comenzó a cavar y a cincelar los alrededores del penal resistiendo
desde disparos hasta jaurías de perros, aquello era como en el tiempo de los
romanos, realmente los cristianos se habían vuelto a unir, como cuando se
amaban tanto los unos a los otros que eran capaces de morir abrazados orando en los coliseos. Católicos,
cristianos, presbiterianos, mormones y hasta uno que otro que antes se había
autonombrado Ateo, formaban parte de esa muchedumbre que exigía por todos los
medios “liberen al estigmatizado”.
El presidente de la república
tomó cartas en el asunto, la comunidad internacional exigía cuentas al
respecto, la Organización de los Derechos Humanos, La UNESCO, La ONU y otros
tantos organismos internacionales estaban al pendiente del destino de este
hombre que había roto barreras imposibles para muchos otros. Aquellos que no
eran sus seguidores no podían explicarse como era que ese hombre moreno,
delgado, de cabellera negra abultada y barba escasa, estuviera moviendo al
mundo. No tenía religión, nada se sabía de su familia, no tenía bienes
personales, es más, ni siquiera contaba con lo que la mayoría de los santos
cuentan”una buena reputación” solo contaba con su palabra, y aquellos estigmas
que un día Dios tuvo a bien enviarle. Por cada pecado cometido, soportaba una
serie de dolores que atravesaban su cuerpo pero fortificaban su espíritu. Realmente
este hombre aumentó la esperanza de todos aquellos que pensaron que por
pecadores ya no contaban con la gracia de Dios y habían perdido su fe.
Finalmente ante la presión mundial y los no pocos mártires que sufrieron por la
liberación del nuevo “San Pablo” al fin, un día, le dieron a la muchedumbre lo
que pedía “soltar al estigmatizado”.
Pablo siguió su camino
alrededor del mundo. A donde iba, ponía a temblar a los “poderosos” e iluminaba
a los necesitados, sin embargo, tras de el había muchos que dejaron sus bienes
terrenales para seguirlo.
La noticia comenzó a correr
cual reflujo de un rió que desemboca a la mar,”Vendrán tiempos difíciles, pero
quien tiene fe en mi, flotará sobre ese mar turbulento como en una balsa fuerte
y segura que lo llevará a tierra firme”. En sus últimas visiones, Pablo vio
inundarse a la tierra y llevar en su torrente, todo lo material que alguna vez
había atesorado el hombre.
“Los nuevos tiempos de Noé se
acercan, únanse como hermanos y construyan fuertes balsas donde puedan
refugiarse y navegar hasta encontrar el reino de Dios. El final del reinado del
hombre en este mundo está por terminar”.
Conforme pasaba el tiempo, las
profecías de aquel hombre se hicieron realidad. El mundo tuvo su “Tsunami
económico” cuando se desplomaron las bolsas de valores, y los accionistas
comenzaron a rematar sus propiedades como jamás lo habían hecho, ahora, hasta
el más pobre, podría comprar lo que antes era solo posible para los
millonarios, sin embargo, nadie compraba nada que no fueran alimentos, ropa y
para sorpresa de todo el mundo embarcaciones. Muchas personas que basaron su
alegría y bienestar en lo material, terminaron por suicidarse, al descubrirse
después de aquello, tan frágiles y sin el consuelo de una fe. Efectivamente”Su
reino había terminado”. Las sequías por un lado, y los huracanes por el otro,
acababan con cuanta tierra fértil encontraban a su paso. Abajo se vinieron
desde pequeñas casas, hasta lujosos hoteles, y construcciones que, como El
Titanic, se habían considerado indestructibles. Curiosamente ostentosas
embarcaciones destinadas para “la gente poderosa” terminaron inservibles,
atascadas de combustible y material, utilizable solo para las industrias no
para los humanos.
“Los nuevos tiempos de Noé”
habían llegado. Como antaño, hubo mucha gente incrédula, y miles perecieron
tratando de “rescatar” lo que ellos consideraban “sus objetos valiosos”. Las
personas que nadaron hasta los refugios más próximos lograban su cometido solo
cuando se solidarizaban con los otros y hacían equipo para formar grandes
cadenas de brazos humanos, pasando por ellas niños, mujeres, ancianos y todos aquellos que estuvieran dispuestos a
dejarlo todo, para salvar sus vidas y las de los demás. La gente pobre, acostumbrada
a llevarse a la boca cualquier cosa comestible, y a veces hasta a no comer,
logró sobrevivir más que aquellos que jamás consideraron comer lo que ellos
llamaron “porquerías”.
El dinero dejó de tener valor
en todo el mundo, las tiendas desaparecieron. Al principio se organizó una especie
de trueques entre las personas, pero mas adelante la comida y los artículos que
pudieran ser de primera necesidad, comenzaron a dejarse de manera implícita
para los niños(as),mujeres, ancianos y toda persona que realmente lo necesitara
mas que otros.
Los aparatos electrónicos
dejaron de funcionar, los radios, los celulares y cualquier otro medio de
comunicación tecnológica que alguna vez existió. Los satélites artificiales al
no tener ya función alguna, quedaron finalmente como lo que siempre se había pronosticado
que serian “basura espacial”. La comunicación de voz en voz era la única
funcional para los sobrevivientes.
La tierra poco a poco se fue
inundando, gente muerta, animales terrestres en descomposición, árboles de
todos tamaños, muebles, ropa podrida, montañas de pacas de billetes
enmohecidos, cables, aparatos electrónicos, libros, revistas, documentos,
fotografías y todo lo que jamás se imaginó que pudiera alguna vez verse flotar,
desfilaban ante los ojos tristes e
incrédulos de los sobrevivientes.
El agua de ríos, presas, lagos
y mares se unieron en “un solo mar”, el mundo irónicamente solo en su nombre
llevaría lo que por mucho tiempo no verían más los sobrevivientes “La tierra”.
Los troncos de los árboles
eran el material más preciado por los seres humanos en esos tiempos. Las gentes
aprendieron a vivir construyendo enormes balsas que amarraban con los cables
que alguna vez sirvieron para conducir la electricidad. Estas balsas poco a
poco se convirtieron en verdaderas “casas flotantes” que navegaban de mar en
mar. Todos se hicieron expertos nadadores y pescadores en aquella nueva, forma
de vida ¿Alguna vez volverían a pisar tierra firme? una nueva prueba de fe
estaba por comenzar.
”Vendrán tiempos difíciles,
pero quien tiene fe en mi, flotará sobre ese mar turbulento como en una balsa
fuerte y segura que lo llevará a tierra firme”.
Las casas balsas que se iban
encontrando por los mares, eran amarradas inmediatamente unas con otras. Llegó
el momento en que lograron parecer verdaderos pueblos flotantes. Quien lo
diría, todos los hombres y mujeres eran iguales en cuanto a dignidad humana,
todos eran importantes, todo lo que había era para todos y por el trabajo de
todos, desde el más pequeño hasta el más anciano. Cada uno poniendo sus
conocimientos y experiencias en bien de la humanidad. Todos respetaban sus
creencias como lo único que les quedaba. En el fondo, todos sabían que Dios es
tan inmenso, que ni todas las religiones y todos los nombres que se le quieran
dar, podrían contenerlo tanto como la propia fe.
“No decaigan, que la llegada
de la luz está próxima y desterrará de una vez por todas y para siempre a la
oscuridad que ha invadido nuestras mentes y nuestros corazones.”
Los enormes pueblos balsas
unidos ya en uno solo, navegaba arrastrados por la corriente hacia donde
volaban las aves que también servían de alimento para los sobrevivientes al igual
que los pocos animales domésticos que lograron sobrevivir. Tras 24 largos meses
de viaje, al fin, una luz en el camino. Hasta donde la vista les alcanzaba, se
veía una enorme isla. Al principio pensaron que se trataba de alguna especie de
espejismo, pero conforme se acercaban, un hermoso color verde los hacia
regocijarse.
La gente de los pueblos balsas
se emocionaba y abrazaba, al tiempo que entonaban alabanzas para Dios. Los
sobrevivientes de los nuevos tiempos de Noé, se llenaban de esperanzas en
realizar una
” Nueva vida”.
Un sol hermoso, enmarcado por
un cielo más azul que nunca, iluminaba la isla que cada vez se hacía más y más
verde a la feliz vista de todos. Una hermosísima paloma blanca recorría la isla
anunciando la llegada de los viajeros. Los deliciosos olores a frutas
tropicales como mangos, cocos y plátanos, hicieron llorar a la gente de
alegría. Lastima por los faltos de fe que se suicidaron en el camino, o que no
quisieron unir sus balsas a los otros para no compartir sus pertenencias,
estos, evidentemente, se habían desviado de la ruta hacia la isla.
El enorme pueblo balsa hizo
contacto con una especie de arena tan fina, que a los ojos parecía talco. Una
multitud de personas con blancos ropajes y un hermoso resplandor en sus
cabezas, aplaudían el arribo de los recién llegados, y corrían a su encuentro
para abrazarlos y confortarlos. Los hombres y mujeres con sus hijos a la
espalda, en los hombros o en brazos descendieron de la gran balsa para ser
recibidos como verdaderos héroes por los habitantes de la isla.
“Y de nuevo vendrá con gloria
para juzgar a vivos y muertos y su reino no tendrá fin” (Credo)
Grandes familias se reencontraron. Los que
mucho tiempo antes se habían adelantado en el camino hacia la vida eterna,
ahora estaban disfrutando con sus seres amados de todo lo que aquella
prodigiosa tierra les pudiera ofrecer. Efectivamente, la tierra prometida
estaba a sus pies, la presencia del todopoderoso se percibía por cada poro de
los allí reunidos
La gente lloró de alegría al
reencontrarse con la persona que alguna vez fue “tocada por Dios” para
anunciarles las profecías y llevarlos al camino de la gloria. Pablo el
estigmatizado, ahora era uno más de los habitantes de aquella isla escogida por
Dios para premiar a los que tuvieron fe y lograron superar aquel purgatorio
terrenal para llegar a la vida eterna. Su abuela, Su padre y su madre lo
acompañaban, él ya no presentaba más aquellos estigmas, ahora era un miembro
más de aquella feliz comunidad que gozaba de la gloria ganada por la fe. Una
inmensa paz invadió la Santa Isla y en un idioma verdaderamente universal
comenzaron a decir:
“Venid a mi los que sufren que
yo os consolaré. Vendrán tiempos difíciles, pero quien tiene fe en mi flotará
sobre ese mar turbulento como en una balsa fuerte y segura que lo llevará a
tierra firme. Preparaos para el comienzo de mi reino, en donde los ciegos
podrán ver y los enfermos serán sanados con la sangre del perdón ¡Amén ¡
FIN
Antonio Tintos Recillas.